Esta disciplina de la arquitectura permite mejorar tu vida y lograr casas sostenibles

La neuroarquitectura es un billete a la salud y la felicidad en los espacios construidos, aquí nos centraremos en las viviendas.
En la propuesta el salón a doble altura con una gran estantería protagonista se abre a la luz y al resto de ambiente de día.

¿Qué es la neuroarquitectura?
Para comenzar vamos con un descriptivo de esta rama de la arquitectura todavía algo desconocida. La neuroarquitectura analiza de forma objetiva y con evidencias científicas cómo el entorno construido impacta en nuestro cerebro y cómo modifica nuestras capacidades cognitivas, emociones y comportamientos. Por otra parte, gracias a estos datos, aporta soluciones utilizando herramientas médicas e innovaciones tecnológicas, basándose en los conocimientos de la neurociencia aplicada a la arquitectura.
La vivienda unifamiliar con piscina y jardín de la imagen es un proyecto de Fran Silvestre Arquitectos en el que los interiores se vuelcan al exterior, verde y natural. Se trata de una villa de lujo en la urbanización de Sotogrande, ubicada en la localidad gaditana de San Roque.

El origen de esta rama de la arquitectura
La neuroarquitectura surgió a mediados del siglo XX de la experiencia del virólogo Jonas Salk, descubridor de la primera vacuna de la poliomielitis, que tras un retiro en la Basílica de San Francisco de Asís, en Italia, consiguió terminar con éxito años de ardua investigación. Dijo Salk entonces que “la espiritualidad de la arquitectura fue tan inspiradora que pude pensar con intuición e ir más allá.”
Unos años más tarde diseñó y construyó junto al arquitecto Louis Kahn el Instituto Salk en la ciudad californiana de San Diego, en Estados Unidos, referente de la neuroarquitectura, concebido para fomentar el bienestar físico y mental de los investigadores. A partir de ahí, los avances en el conocimiento del cerebro, la neurociencia, han impulsado esta disciplina tal y como la conocemos hoy.
En 1998, los neurocientíficos Fred H. Gage, del laboratorio de genética del Instituto Salk (Estados Unidos) y Peter Eriksson, de la Universidad de Göteborg (Suecia) demostraron por primera vez que nuestro cerebro puede crear células nerviosas en el hipocampo en función de los estímulos recibidos del exterior. Esto es muy importante porque significa que el diseño arquitectónico puede cambiar nuestro cerebro y nuestra conducta, como explicó Gage.

La neuroarquitectura, beneficiosa para la salud
La neuroarquitectura diseña teniendo en cuenta el efecto de la arquitectura en el cerebro y también en nuestras capacidades cognitivas, el comportamiento, las emociones, los hábitos, la salud y las necesidades de las personas.
Pasamos alrededor del 90% de nuestras vidas en espacios construidos y sus condiciones (la belleza, proporciones, materiales, luz, calidad del aire, confort higrotérmico y acústico, vistas…) impactan en nuestra salud física y mental. Tal es así, que ya en 1992 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el Síndrome del Edificio Enfermo.
No hay duda de que los espacios construidos son el entorno físico en el que nos desenvolvemos: trabajamos, dormimos, comemos, estudiamos…Así es que su impacto en nosotros, a nivel físico, mental y social, es enorme.

Los espacios son multisensoriales
La arquitectura es una experiencia que va mucho más allá de lo visual, nuestra percepción del espacio es multisensorial y en esta entran en juego aspectos como el olor o el tacto. Nada más entrar en un espacio, reaccionamos a nivel fisiológico:
- Si un ambiente nos resulta agradable, producimos oxitocina y serotonina, dos de las hormonas de la felicidad.
- Entornos que nos desagradan producen un exceso de cortisol, la hormona del estrés.
Así es que, con los espacios, podemos generar bienestar y seguridad, o, por el contrario, malestar y ansiedad.
Muy acogedor es el comedor de la imagen, con muebles de Vical. Algo que agrada por lo general son las mullidas sillas enteladas y las mesas con sobres en materiales naturales como la madera o el mármol.

Lograr un hogar que promueva el bienestar mental
En 2003, el neurobiólogo Gage demostró que los cambios en el entorno transforman el cerebro humano y, por lo tanto, modifican su comportamiento. ¡Esa es la base de la neuroarquitectura!
Esto cobra especial relevancia en nuestro hogar, el lugar en el que nos refugiamos en el más amplio sentido de la palabra. Nuestra vivienda no solo debe procurarnos condiciones saludables a nivel físico, protegiéndonos por ejemplo de los patógenos que pueda haber en el aire, del frío, o garantizándonos un sueño reparador. Nuestra vivienda tiene que ser ese lugar donde nos sentimos confiados, seguros y felices. Un espacio en el que estrechamos nuestros lazos personales y educamos a nuestros hijos.

El mayor mimo hay que ponerlo en dos estancias
Todos los espacios tienen un impacto incuestionable en nuestra salud y bienestar, pero sin lugar a dudas, las viviendas, los espacios más personales, son también los más importantes, puesto que en ellos además pasamos el 60% de nuestras vidas. Y dentro de las viviendas, el papel más destacado lo tienen el dormitorio y la cocina.
La arquitectura de elección, con la que se diseña para inducir a las personas a tomar aquellas decisiones que más beneficien a su bienestar físico, mental y social, como hacer ejercicio, pasar más tiempo al aire libre o reunirse. Lo que se hace es guiar, mediante los espacios, el comportamiento y hábitos de las personas, para que elijan la opción más saludable.
Por ejemplo, en Galöw lo que hacen es diseñar cocinas, salones y terrazas que inviten a la reunión, fortaleciendo los vínculos personales y familiares. También incorporan equipamientos saludables en la cocina para favorecer la elaboración de dietas saludables; crean espacios al aire libre con una cuidada estética y bien orientados que inviten a la familia a estar en el exterior y, siempre que el presupuesto lo permite, crean espacios en los que apetece hacer ejercicio físico.

El aspecto más crucial de la neuroarquitectura
Hay múltiples factores para diseñar espacios saludables. Podríamos empezar por uno de los fundamentales, la calidad del aire interior. De promedio, el aire interior está entre 2 y 5 veces más contaminado que el exterior. Así es que necesitamos ventilar y en su caso, filtrar el aire para protegernos de enfermedades respiratorias y cardiovasculares y para mejorar nuestro bienestar. En la última década la OMS incluyó la contaminación ambiental como factor de riesgo en la aparición del cáncer de pulmón y más recientemente un grupo de investigadores de la Universidad de la Columbia Británica (UBC) y la Universidad de Victoria han demostrado que, en solo dos horas, el humo de los coches puede ralentizar la actividad del cerebro.
Así es que el bienestar y la seguridad en nuestro hogar pasa en primer lugar por el aire que respiramos, procurando que esté libre de contaminación, así como de virus y bacterias.

Un diseño biofílico
La biofilia, esa estrecha relación que existe entre las personas y la naturaleza, es vital en la neuroarquitectura. ¿El motivo? Los entornos naturales contribuyen a reducir el estrés, por múltiples razones: mejoran nuestro estado de ánimo y creatividad y tienen un efecto calmante. Además, nos proporcionan una mejor calidad del aire y nos permiten cambiar el ruido por los relajantes sonidos de la naturaleza.
Estar en contacto con plantas, y otros elementos naturales, como por ejemplo la luz y el agua, nos vuelve a conectar con esa naturaleza de la que formamos parte y nos hace sentirnos bien.
El profesor de arquitectura y ciencias de la salud sueco Roger Ulrich ya demostró en los años 80 del siglo pasado, que el simple hecho de mirar el verde de los árboles a través de una ventana aceleraba la recuperación en los posoperatorios, e incluso hacía que los enfermos necesitaran menos analgésicos durante su convalecencia.
Nuestro sistema inmunitario se fortalece en contacto con la naturaleza. Así es que, si integramos esa naturaleza en nuestras viviendas, estamos reforzando nuestras defensas, proporcionando a nuestro cerebro un entorno que percibe como tranquilo, seguro, agradable y bello (la estética también tiene un enorme efecto terapéutico en nosotros).
Las plantas, las terrazas, los patios, las vistas… todo eso tiene un gran valor, un efecto reparador, inspirador y terapéutico en las personas.

Más factores cruciales
La iluminación La luz natural y un diseño de iluminación artificial adecuada mejoran nuestra visión, reducen síntomas en el caso de la miopía, fatiga ocular, dolor de cabeza y depresión, y, además, mejoran nuestra concentración y regulan nuestros ritmos circadianos, los que invitan a estar activos de día y a dormir en la oscuridad de la noche.
El confort higrotérmico. Hay que garantizar rangos de temperatura y humedad que nos aporten bienestar físico y mental. Aunque el confort térmico es muy personal, la neurociencia indica que nuestro cerebro tiene una zona de confort que va entre los 21º C y los 24º C ambientales. Por encima o por debajo de estas temperaturas, nuestras funciones cognitivas se resienten.
Confort acústico. Un aislamiento y acondicionamiento acústico adecuados nos reportan bienestar físico y mental. Por el contrario, la exposición al ruido nos enferma: altera nuestros procesos cognitivos, la comunicación y el sueño. Puede generar estados crónicos de nerviosismo y estrés y provocar problemas de memoria y concentración. Es esencial medir algunos espectros de ruidos no audibles que elevan el riesgo de sufrir derrames cerebrales, ataques cardiacos, trastornos intestinales o aumento de la tensión arterial, entre otros.

¡Nos enamoran las formas sinuosas!
¿Sabías que las proporciones y forma de los espacios también impactan en nuestro bienestar? Vayamos con un par de ejemplos. Los techos altos promueven la creatividad, mientras que los techos bajos invitan a la concentración, aunque si son demasiado bajos provocarían agobio.
Por otra parte, las formas curvas reducen el estrés. Sin embargo, las angulosas nos ponen en alerta.
De líneas redondeadas son las paredes y la librería de este salón comedor en Murcia, reformado por la arquitecta Laura Ortín, una declarada amante de las curvas en los espacios interiores.

Cromoterapia
También el color tiene una fuerte incidencia en nuestro cerebro y nuestras emociones, llegando incluso a condicionar nuestras elecciones.
Utilizar colores próximos a la naturaleza (verde, azul, tierra…) nos transmite serenidad. De este modo, los verdes oscuros o intermedios reducen el ritmo cardiaco y la presión sanguínea, el azul nos produce calma e impulsa la creatividad. Por su parte, el rojo estimula la atención.

Evitar fuentes de polución en el hogar
Muy importante también, si queremos vivir en un espacio saludable, es el uso de materiales naturales, sin elementos tóxicos. Es algo que ya nos detalla el biointeriorismo, hay que desechar todos aquellos materiales que puedan emitir sustancias tóxicas y contaminantes y perjudicar nuestra salud, y apostar por aquellos que nos cuidan.
Las fibras naturales y los tejidos orgánicos son protagonistas del ambiente de la imagen, un dormitorio diseñado por la interiorista Verónica Mimoun.
Asimismo, hay que evitar las radiaciones electromagnéticas, en especial en el dormitorio, donde pasamos un tercio de nuestra vida. Debemos tener presente que nuestro cerebro funciona por estímulos eléctricos y que los campos electromagnéticos que crean los circuitos eléctricos, enchufes, electrodomésticos y elementos metálicos, nos afectan. Es por lo tanto un problema complejo, que va más allá de la recomendación de no cargar los móviles junto al cabecero de nuestra cama.

La neuroarquitectura es, por definición, sostenible
La neuroarquitectura es, por definición, sostenible medioambiental y socialmente, por esa relación que tiene con las personas y con la naturaleza de la que somos parte. Todo lo que cuida de las personas cuida del medio ambiente y viceversa.
Ninguna arquitectura que se considere saludable, puede desarrollarse sin respetar el medio ambiente, porque todo lo que le perjudique, va a acabar impactando negativamente en las personas. Un ejemplo muy claro es la toxicidad de los materiales. Un uso de materiales tóxicos en la construcción perjudica a nuestra salud por las emisiones que producen. También tienen un impacto negativo en el medio ambiente, tanto en el momento de su fabricación como en el futuro, cuando se conviertan en residuos por obras de reforma o demolición.
Los niveles de contaminación y que tanto daño están haciendo a las personas, están desestabilizando el ecosistema en el que vivimos. No podemos hablar de salud y bienestar, sin pensar y cuidar activamente de nuestro entorno. Necesitamos para vivir espacios saludables y sostenibles, que garanticen ese equilibrio entre bienestar de las personas, crecimiento económico y medio ambiente.
Hay que tener en cuenta que la arquitectura es la expresión de lo que queremos como sociedad y sus efectos perduran y alcanzan a generaciones futuras.

Un futuro prometedor de la neuroarquitectura
La neuroarquitectura es una disciplina todavía novedosa, ¿Qué evolución le augura? Es un ámbito en el que aún tiene mucho por explorar y que aprender, y que va a ir ganando protagonismo a medida que interioricemos cómo nos afectan los espacios en los que vivimos y trabajamos. En primer lugar, por el impacto que tienen en nuestra salud y bienestar, y sobre el que tanto hemos hablado, pero, además, porque la neuroarquitectura va a marcar un antes y un después en el desarrollo de nuestro talento, rendimiento en los estudios de nuestros hijos y la calidad del teletrabajo.
Fuente: hola.com